HISTORIA DE UNA RESURRECIÓN SENTIMENTAL
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HISTORIA DE UNA RESURRECIÓN SENTIMENTAL
“Tómate esto como un hasta luego pero nunca como un adiós...”, esas fueron las ultimas palabras que hoy con esa dulce voz que la caracterizaba, una voz con la que conseguía hacerme olvidar todo aquello malo que me pudiera haber ocurrido en un día, incluso llegaría a aventurarme a decir que en semanas.
Todo comenzó en un día del mes de abril, casualmente el mismo día que recordaba una canción de un grupo de la época. Los años 90, en los que todo comenzaba a cambiar con las nuevas tecnologías, a las que algunos nos hacíamos reacios, porque éramos muy tradicionales e incluso algunos tenían miedo a que tanto cambio de repente nos encerrara en un círculo vicioso del que no sabíamos si seríamos capaces de salir algún día.
Bueno, pero no quiero aburriros con historias que todo el mundo, o por lo menos la mayoría de la gente que se ha criado o incluso ha nacido en estos años, ya conoce. Bien, a lo que íbamos, todo comenzó aquel día, yo era un tipo de lo mas normal, tenía un trabajo estable en una oficina en la que trabajaba como analista de sistemas, vivía con mis padres en una casa muy acogedora a la vez que antigua, lo de antigua lo digo porque realmente lo era ya que 13 generaciones de mi familia habían pasado completamente su vida allí. En fin, que yo no podía quejarme de la vida que me había tocado, porque además tenía unos amigos que como siempre he dicho aunque me lo niegan, no me merezco, pero siempre desde que nos conocemos siempre nos hemos considerada hermanos.
Vamos, todo iba bien, incluso con mi novia, Angélica, una chica bellísima, pero con un carácter un poco, como decirlo, difícil. Mis amigos nunca estuvieron de acuerdo con esa relación, me explico, ella era muy posesiva y nada más me quería para ella y además no es que le agradara mucho la compañía de Jason y Scott, mis amigos, cosa la cual yo solía pasarme mucho por debajo de los pantalones por decirlo de alguna forma. Pero un día llegó el día que mis compañeros esperaban inquietantes, Angélica me dejo por otro, un multimillonario magnate. Eso me dolió, pero me hizo darme cuenta de cómo era ella realmente, una tía que quería pegar el braguetazo para llevarse todo el dinero cuando su marido o pareja falleciera, vamos para que os hagáis una idea, una zorra interesada.
Después de ese duro golpe que sufrió mi corazón, me recuperé gracias a mis amigos que no me dejaron que me hundiera en la miseria por culpa de esa perra desvariada mental, que así la llamaba Scott. Pasado algún tiempo, exactamente tres meses decidimos emprender un viaje de turismo a España, concretamente a Ibiza, porque nos enteramos de que allí se encontraba la zona de fiesta más increíble de toda España, y para tres tíos de 24 años como nosotros, eso era música para nuestros oídos y la verdad que lo necesitábamos, ya que Nueva York en los años noventa no es que fuera una ciudad en la que nos gustara demasiado el ambiente fiestero de la zona, no estaba mal pero no nos encontrábamos cómodos en locales en los que nada mas que se escuchaba música antigua de los años 80, porque sencillamente a los dueños de los locales la música que había entrado en los noventa, es decir nuevos grupos, nuevas mezclas de estilos, no les agradaba. Así que decidimos que en verano nos iríamos a Ibiza de vacaciones una semana, pero claro habría que aprender algo de español si queríamos tener una conversación algo coherente con las chicas de la zona, y así también evitar que nos tomaran el pelo los típicos bromistas.
Todo estaba preparado, ya teníamos los billetes y habíamos conseguido llegar a defendernos con el español gracias a nuestro antiguo compañero de universidad Carlos, al que siempre le llamábamos el friki, porque creerme que lo era realmente, vamos digo que no es muy normal ver a un tío en la facultad de informática con el traje oficial de Luke Skywalker en el Retorno del Jedi ¿no? Bueno, pues como os contaba, conseguimos defendernos con el idioma, y también Carlos nos informó más o menos de las costumbres y como eran las zonas de fiesta, que parecía que las conocía al dedillo, aunque nosotros no le veíamos que fuera una persona con demasiada vida social. Pero a falta de una semana para comenzar nuestras vacaciones, pareció ser que el destino nos tenía preparada una sorpresa, y no es que fuera agradable precisamente.
Justamente a una semana para que nos marcháramos a Ibiza, mis amigos Jason y Scott, se marcharon a un concierto de nuestro grupo favorito, al cual yo no pude ir porque era el cumpleaños de mi abuela, a la que tenía mucho cariño. Bien, el grupo al que iban a ver eran para nosotros los dioses del rock, ACDC. Pero después de venir del concierto, al cual mis amigos se fueron con el coche del padre de Scott, pero había un pequeño problema, que los dos se habían puesto completamente borrachos en el concierto y con el subidón que llevaban del concierto, volvieron del concierto a toda velocidad, exactamente a 220 kilómetros por hora, que era lo que marcaba el radar que les fotografió en Times Square, pero si la cosa solamente hubiera quedado en una multa por exceso de velocidad y test de alcoholemia positivo, dentro de lo que cabe, no pasaría nada. Pero cual fue su mala suerte que mis dos mejores amigos acabaron en el fondo de un río debido a que se despeñaron por un barranco cuando iban de camino a casa de los padres de Jason.
Yo me enteré de la noticia al día siguiente cuando llamé a la madre de Scott y me dijo que acababan de volver del forense de reconocer los cuerpos destrozados de su hijo y de Jason. El mundo se me vino encima, mis dos compañeros de aventura, mis amigos, mis hermanos ya no estaban aquí para seguir disfrutando los buenos momentos que pasábamos juntos y las discusiones tan estúpidas que teníamos de que si Madonna tenía o no las tetas de silicona, puede sonar estúpido, pero en ese momento, solamente me venían a la cabeza los buenos momentos que había pasado con mis dos mejores amigos.
Hundido emocionalmente, me encerré en mi habitación a cal y canto durante dos días, los que pasé completamente en vela viendo una foto en la que estábamos los tres juntos en la universidad. A mi derecha en la mesa se encontraba el billete de avión a Ibiza junto con la reserva de hotel. Así que decidí hacer una cosa que seguro que mis amigos me dirían en estos casos, porque yo les hubiera dicho lo mismo.
Salí corriendo en dirección al cementerio, con los dos billetes de avión a nombre de Jason y Scott. Cuando llegué a las tumbas d ambos, sin aliento, porque el cementerio se encontraba a 11 kilómetros de mi casa, me enderecé y les dije a mis dos amigos lo siguiente:
- Colegas, aquí os dejo vuestros billetes de avión, y que sepáis que sí, me voy a Ibiza de vacaciones, y espero que podáis ver todo lo que pase allí desde donde quiera que estéis, porque se perfectamente que vosotros hubierais hecho exactamente los mismo, ya que aunque no estéis de cuerpo presente, estaréis siempre en mi corazón-.
Me di cuenta de una cosa que estaba escrita en sus epitafios, que según me dijo el guarda del cementerio, pidieron los padres que lo escribieran, ya que los chicos tenían siempre ese lema. Y exactamente ese era nuestro lema como amigos, el cual me apliqué en este caso: “Cabalgamos juntos, morimos juntos. Chicos malos por siempre”.
Por fin llegó el día del viaje. En honor a nuestros amigos, Carlos decidió acompañarme, y así de paso, visitar a su madre que vivía en Granada. Así que los dos nos encaminamos a comenzar nuestras vacaciones en honor a nuestros amigos para que vieran desde donde quiera que estuvieran que sus amigos seguían al pie del cañón y podían estar muy orgullosos de nosotros.
Cuando aterrizamos en España, tuvimos que trasladarnos a Ibiza en tren y en barco, debo decir que el viaje se me hizo muy corto, y además fue un viaje muy cómodo. Bien, pues aquí es donde podríamos decir que comienza la verdadera historia, perdonad si me he enrollado tanto en detalles, pero es que si no os contaba esto reventaba y mi historia no estaría completa sin mentar a las personas que fueron mis amigos durante 24 años de mi vida.
Bien, durante aquella semana tanto Carlos como yo decidimos que el coche no lo íbamos a tocar, porque queríamos disfrutar a tope de toda la fiesta de Ibiza. Toda la semana que estuvimos nos pegamos unas fiestas muy fuertes y aun así nuestro cuerpo nos pedía más y más, así que decidimos separarnos para cubrir más terreno y ver si por fin éramos capaces de poder enganchar a alguna tía con la que desquitarnos. Debo decir que el cabrón de Carlos no tardó mucho, porque fue separarse de mi un mutro y medio y en seguida una tía que estaba buenísima se abalanzo sobre mi colega, igual o incluso más borracha que él, y le empezó a besar con un énfasis que poco más al pobre me le deja sin aliento allí. Carlos me pidió las llaves de su habitación y me dijo que ya me vería mañana que tenía que hacer los deberes como él decía.
Yo me adentré a la pista a bailar con todo el mundo, pero no me veía con fuerzas suficientes para hacer lo mismo que Carlos, porque me faltaba parte de mí en aquella discoteca, mis dos compañeros de fiesta, con los que hubiéramos hecho temblar los cimientos de toda discoteca que hubiéramos visitado. Mientras me dirigía hacia la barra, por accidente golpee a una chica por la espalda y la tiré la copa al suelo. Cuando la chica se dio la vuelta mientras la pedía perdón, creo que intento decirme que no pasaba nada, pero nuestras palabras se cortaron cuando ambos nos miramos. Ella se me quedó mirando a los ojos con un brillo en sus intensos ojos marrones. Y yo, la verdad, me quedé boquiabierto, primero al ver que la chica tenía una belleza colosal, unos ojos preciosos, pero eso no era todo, además me transmitía una confianza como si nos conociéramos de toda la vida.
Ella se llamaba Belén y era de Madrid, tenía 22 años y una sonrisa preciosa, fue por decirlo de alguna forma un flechazo de los de primera vista, aun que no se porque me creí que mas que un flechazo era una colleja para que me diera cuenta de la situación propinada por el bestia de Scott.
Los días pasaron y los dos quedábamos todos los días para bajar a la playa, ir a tomar una copa. Os preguntaréis que pasó con Carlos, el muy mamonazo no salió de su habitación en todas las vacaciones después de la primera noche, y ni siquiera comento de ir a Granada a ver a su madre, porque el y la morenaza, porque ni siquiera la preguntó el nombre se atrincheraron en la habitación durante toda la semana, y nada mas se le veía al muchacho salir de la habitación para tomar el aire y fuerzas para continuar con su fiesta particular.
Yo, personalmente me lo estaba pasando en grande con Belén, porque nos dimos cuenta de que los dos teníamos mucho en común, y además a ella le paso lo mismo que a mi con mi ex novia, lo cual ya no me sorprendía y lo llegamos a tomar como una anécdota. Esa noche invité a Belén a pasar una noche tranquila, sin fiesta ni discotecas, aunque donde estábamos era complicado pero no imposible. Aceptó encantadísima porque, según me dijo, estaba harta de tener que andar apartando moscones en las discotecas y necesitaba salir una noche con calma a pasear y a cenar.
Nos dirigimos al restaurante en el que teníamos la reserva a las diez de la noche. El restaurante era una terraza playera con vistas al mar, era precioso, pero yo no me fije demasiado en el paisaje porque estaba embobado mirando a la hermosa muchacha que tenía frente a mí. Después de cenar nos fuimos a caminar por el paseo marítimo y acabamos los dos tumbados en la arena de la playa, en una zona en la que no había nadie y el único ruido que se escuchaba era el de las olas chocando contra la oriya.
Pero entonces ocurrió algo maravilloso, y que debo decir no me esperaba. Cuando me incorporé para encenderme un cigarro Belén se lanzó sobre mí para abrazarme y note como una lágrima suya caía en el pantalón de mi traje. Me dijo entre sollozos que no quería que esa noche no se acabara nunca, porque se había dado cuenta de que había conocido el amor. Y ahí fue cuando esas dos palabras cayeron sobre mi corazón como una bomba atómica: “te quiero...” eso fue lo que me dijo. En ese momento la levanté la cabeza y le dije una cosa que la verdad, no se porque la dije pero salió de mi boca automáticamente: “veo que tu has conseguido reunir el valor de decirlo antes que yo, porque yo no encontraba la oportunidad para decirlo y si tenía la oportunidad, el miedo al rechazo me hacía un nudo en mis palabras que no me dejaba articularlas y...”, os voy a decir porque no terminé esta frase. Belén me hizo callar de la mejor forma que se puede callar a una persona que le gusta otra y es correspondida, pero que no tiene ni puta idea de que decir, besándome. Ese fue el beso más cálido que había tenido en mi vida, fue realmente maravilloso.
Pasaron los días y cada vez los dos estábamos más enamorados que el primer día, pero como decía una canción que escuché en Ibiza, todo tiene su fin, y el viaje había llegado al suyo, por lo que llegó el momento de las despedidas. Por parte de Carlos fue fácil, porque resultó ser que la morenaza, era un morenazo, vamos un transexual, y me diréis que después de una semana acostándose con él y descubrirlo Carlos saldría corriendo, pues no, se intercambiaron las direcciones de correo electrónico, y acabaron siendo muy buenos amigos, tan amigos que Carlos llegó a ser en dos ocasiones el padrino de dos de los cuatro hijos que tuvo Marisa, que así es como se llamaba la morenaza.
Entonces llegó el momento en que yo me tenía que despedir de mi amor, mi dulce niña, con la que había pasado los mejores días de mi vida en honor de mis amigos, y gracias a ese viaje conseguí conocer el amor de nuevo. “Bueno mi niña yo creo que aquí es donde decimos adiós, pero te prometo que no te olvidaré, y que te escribí......”, sí, habéis adivinado, para que me callara y no se lo hiciera más difícil, me besó, y creedme con eso me dijo todo lo que me tenía que decir, pero añadió esto “Tómate esto como un hasta luego pero nunca como un adiós...” esas fueron las últimas palabras que hoy salir de esos cálidos labios que emitían el sonido de los ángeles.
Y pensaréis, que sería de la chica con el paso del tiempo, pues bien yo os lo diré. Yo volví al año siguiente a Ibiza, y efectivamente me estaba esperando en el sitio donde nos besamos por primera vez, así un año tras otro, hasta que me decidí de venirme a vivir a vivir a Madrid con ella, me casé y tuve una hija igual de preciosa que su madre.
Pero yo sigo creyendo que todo esto que os he contado no fue cosa del destino ni por suerte, yo creo que alguien tuvo que ver, ya que antes de este viaje hicieron una promesa la cual dijeron que cumplirían y yo creo que lo han hecho aun que no estén vivos, gracias amigos, siempre os llevaré en el corazón.
Ah, es verdad, que no os he dicho cual fue esa promesa: “estemos todos o no, aunque sólo uno de nosotros lo consiga, recuperaremos la sonrisa, las ganas de vivir y el amor, cueste lo que cueste y el que lo consiga siempre estará apoyado por los demás, porque como siempre decimos, cabalgamos juntos, morimos juntos. Chicos malos para siempre”.
FIN
Todo comenzó en un día del mes de abril, casualmente el mismo día que recordaba una canción de un grupo de la época. Los años 90, en los que todo comenzaba a cambiar con las nuevas tecnologías, a las que algunos nos hacíamos reacios, porque éramos muy tradicionales e incluso algunos tenían miedo a que tanto cambio de repente nos encerrara en un círculo vicioso del que no sabíamos si seríamos capaces de salir algún día.
Bueno, pero no quiero aburriros con historias que todo el mundo, o por lo menos la mayoría de la gente que se ha criado o incluso ha nacido en estos años, ya conoce. Bien, a lo que íbamos, todo comenzó aquel día, yo era un tipo de lo mas normal, tenía un trabajo estable en una oficina en la que trabajaba como analista de sistemas, vivía con mis padres en una casa muy acogedora a la vez que antigua, lo de antigua lo digo porque realmente lo era ya que 13 generaciones de mi familia habían pasado completamente su vida allí. En fin, que yo no podía quejarme de la vida que me había tocado, porque además tenía unos amigos que como siempre he dicho aunque me lo niegan, no me merezco, pero siempre desde que nos conocemos siempre nos hemos considerada hermanos.
Vamos, todo iba bien, incluso con mi novia, Angélica, una chica bellísima, pero con un carácter un poco, como decirlo, difícil. Mis amigos nunca estuvieron de acuerdo con esa relación, me explico, ella era muy posesiva y nada más me quería para ella y además no es que le agradara mucho la compañía de Jason y Scott, mis amigos, cosa la cual yo solía pasarme mucho por debajo de los pantalones por decirlo de alguna forma. Pero un día llegó el día que mis compañeros esperaban inquietantes, Angélica me dejo por otro, un multimillonario magnate. Eso me dolió, pero me hizo darme cuenta de cómo era ella realmente, una tía que quería pegar el braguetazo para llevarse todo el dinero cuando su marido o pareja falleciera, vamos para que os hagáis una idea, una zorra interesada.
Después de ese duro golpe que sufrió mi corazón, me recuperé gracias a mis amigos que no me dejaron que me hundiera en la miseria por culpa de esa perra desvariada mental, que así la llamaba Scott. Pasado algún tiempo, exactamente tres meses decidimos emprender un viaje de turismo a España, concretamente a Ibiza, porque nos enteramos de que allí se encontraba la zona de fiesta más increíble de toda España, y para tres tíos de 24 años como nosotros, eso era música para nuestros oídos y la verdad que lo necesitábamos, ya que Nueva York en los años noventa no es que fuera una ciudad en la que nos gustara demasiado el ambiente fiestero de la zona, no estaba mal pero no nos encontrábamos cómodos en locales en los que nada mas que se escuchaba música antigua de los años 80, porque sencillamente a los dueños de los locales la música que había entrado en los noventa, es decir nuevos grupos, nuevas mezclas de estilos, no les agradaba. Así que decidimos que en verano nos iríamos a Ibiza de vacaciones una semana, pero claro habría que aprender algo de español si queríamos tener una conversación algo coherente con las chicas de la zona, y así también evitar que nos tomaran el pelo los típicos bromistas.
Todo estaba preparado, ya teníamos los billetes y habíamos conseguido llegar a defendernos con el español gracias a nuestro antiguo compañero de universidad Carlos, al que siempre le llamábamos el friki, porque creerme que lo era realmente, vamos digo que no es muy normal ver a un tío en la facultad de informática con el traje oficial de Luke Skywalker en el Retorno del Jedi ¿no? Bueno, pues como os contaba, conseguimos defendernos con el idioma, y también Carlos nos informó más o menos de las costumbres y como eran las zonas de fiesta, que parecía que las conocía al dedillo, aunque nosotros no le veíamos que fuera una persona con demasiada vida social. Pero a falta de una semana para comenzar nuestras vacaciones, pareció ser que el destino nos tenía preparada una sorpresa, y no es que fuera agradable precisamente.
Justamente a una semana para que nos marcháramos a Ibiza, mis amigos Jason y Scott, se marcharon a un concierto de nuestro grupo favorito, al cual yo no pude ir porque era el cumpleaños de mi abuela, a la que tenía mucho cariño. Bien, el grupo al que iban a ver eran para nosotros los dioses del rock, ACDC. Pero después de venir del concierto, al cual mis amigos se fueron con el coche del padre de Scott, pero había un pequeño problema, que los dos se habían puesto completamente borrachos en el concierto y con el subidón que llevaban del concierto, volvieron del concierto a toda velocidad, exactamente a 220 kilómetros por hora, que era lo que marcaba el radar que les fotografió en Times Square, pero si la cosa solamente hubiera quedado en una multa por exceso de velocidad y test de alcoholemia positivo, dentro de lo que cabe, no pasaría nada. Pero cual fue su mala suerte que mis dos mejores amigos acabaron en el fondo de un río debido a que se despeñaron por un barranco cuando iban de camino a casa de los padres de Jason.
Yo me enteré de la noticia al día siguiente cuando llamé a la madre de Scott y me dijo que acababan de volver del forense de reconocer los cuerpos destrozados de su hijo y de Jason. El mundo se me vino encima, mis dos compañeros de aventura, mis amigos, mis hermanos ya no estaban aquí para seguir disfrutando los buenos momentos que pasábamos juntos y las discusiones tan estúpidas que teníamos de que si Madonna tenía o no las tetas de silicona, puede sonar estúpido, pero en ese momento, solamente me venían a la cabeza los buenos momentos que había pasado con mis dos mejores amigos.
Hundido emocionalmente, me encerré en mi habitación a cal y canto durante dos días, los que pasé completamente en vela viendo una foto en la que estábamos los tres juntos en la universidad. A mi derecha en la mesa se encontraba el billete de avión a Ibiza junto con la reserva de hotel. Así que decidí hacer una cosa que seguro que mis amigos me dirían en estos casos, porque yo les hubiera dicho lo mismo.
Salí corriendo en dirección al cementerio, con los dos billetes de avión a nombre de Jason y Scott. Cuando llegué a las tumbas d ambos, sin aliento, porque el cementerio se encontraba a 11 kilómetros de mi casa, me enderecé y les dije a mis dos amigos lo siguiente:
- Colegas, aquí os dejo vuestros billetes de avión, y que sepáis que sí, me voy a Ibiza de vacaciones, y espero que podáis ver todo lo que pase allí desde donde quiera que estéis, porque se perfectamente que vosotros hubierais hecho exactamente los mismo, ya que aunque no estéis de cuerpo presente, estaréis siempre en mi corazón-.
Me di cuenta de una cosa que estaba escrita en sus epitafios, que según me dijo el guarda del cementerio, pidieron los padres que lo escribieran, ya que los chicos tenían siempre ese lema. Y exactamente ese era nuestro lema como amigos, el cual me apliqué en este caso: “Cabalgamos juntos, morimos juntos. Chicos malos por siempre”.
Por fin llegó el día del viaje. En honor a nuestros amigos, Carlos decidió acompañarme, y así de paso, visitar a su madre que vivía en Granada. Así que los dos nos encaminamos a comenzar nuestras vacaciones en honor a nuestros amigos para que vieran desde donde quiera que estuvieran que sus amigos seguían al pie del cañón y podían estar muy orgullosos de nosotros.
Cuando aterrizamos en España, tuvimos que trasladarnos a Ibiza en tren y en barco, debo decir que el viaje se me hizo muy corto, y además fue un viaje muy cómodo. Bien, pues aquí es donde podríamos decir que comienza la verdadera historia, perdonad si me he enrollado tanto en detalles, pero es que si no os contaba esto reventaba y mi historia no estaría completa sin mentar a las personas que fueron mis amigos durante 24 años de mi vida.
Bien, durante aquella semana tanto Carlos como yo decidimos que el coche no lo íbamos a tocar, porque queríamos disfrutar a tope de toda la fiesta de Ibiza. Toda la semana que estuvimos nos pegamos unas fiestas muy fuertes y aun así nuestro cuerpo nos pedía más y más, así que decidimos separarnos para cubrir más terreno y ver si por fin éramos capaces de poder enganchar a alguna tía con la que desquitarnos. Debo decir que el cabrón de Carlos no tardó mucho, porque fue separarse de mi un mutro y medio y en seguida una tía que estaba buenísima se abalanzo sobre mi colega, igual o incluso más borracha que él, y le empezó a besar con un énfasis que poco más al pobre me le deja sin aliento allí. Carlos me pidió las llaves de su habitación y me dijo que ya me vería mañana que tenía que hacer los deberes como él decía.
Yo me adentré a la pista a bailar con todo el mundo, pero no me veía con fuerzas suficientes para hacer lo mismo que Carlos, porque me faltaba parte de mí en aquella discoteca, mis dos compañeros de fiesta, con los que hubiéramos hecho temblar los cimientos de toda discoteca que hubiéramos visitado. Mientras me dirigía hacia la barra, por accidente golpee a una chica por la espalda y la tiré la copa al suelo. Cuando la chica se dio la vuelta mientras la pedía perdón, creo que intento decirme que no pasaba nada, pero nuestras palabras se cortaron cuando ambos nos miramos. Ella se me quedó mirando a los ojos con un brillo en sus intensos ojos marrones. Y yo, la verdad, me quedé boquiabierto, primero al ver que la chica tenía una belleza colosal, unos ojos preciosos, pero eso no era todo, además me transmitía una confianza como si nos conociéramos de toda la vida.
Ella se llamaba Belén y era de Madrid, tenía 22 años y una sonrisa preciosa, fue por decirlo de alguna forma un flechazo de los de primera vista, aun que no se porque me creí que mas que un flechazo era una colleja para que me diera cuenta de la situación propinada por el bestia de Scott.
Los días pasaron y los dos quedábamos todos los días para bajar a la playa, ir a tomar una copa. Os preguntaréis que pasó con Carlos, el muy mamonazo no salió de su habitación en todas las vacaciones después de la primera noche, y ni siquiera comento de ir a Granada a ver a su madre, porque el y la morenaza, porque ni siquiera la preguntó el nombre se atrincheraron en la habitación durante toda la semana, y nada mas se le veía al muchacho salir de la habitación para tomar el aire y fuerzas para continuar con su fiesta particular.
Yo, personalmente me lo estaba pasando en grande con Belén, porque nos dimos cuenta de que los dos teníamos mucho en común, y además a ella le paso lo mismo que a mi con mi ex novia, lo cual ya no me sorprendía y lo llegamos a tomar como una anécdota. Esa noche invité a Belén a pasar una noche tranquila, sin fiesta ni discotecas, aunque donde estábamos era complicado pero no imposible. Aceptó encantadísima porque, según me dijo, estaba harta de tener que andar apartando moscones en las discotecas y necesitaba salir una noche con calma a pasear y a cenar.
Nos dirigimos al restaurante en el que teníamos la reserva a las diez de la noche. El restaurante era una terraza playera con vistas al mar, era precioso, pero yo no me fije demasiado en el paisaje porque estaba embobado mirando a la hermosa muchacha que tenía frente a mí. Después de cenar nos fuimos a caminar por el paseo marítimo y acabamos los dos tumbados en la arena de la playa, en una zona en la que no había nadie y el único ruido que se escuchaba era el de las olas chocando contra la oriya.
Pero entonces ocurrió algo maravilloso, y que debo decir no me esperaba. Cuando me incorporé para encenderme un cigarro Belén se lanzó sobre mí para abrazarme y note como una lágrima suya caía en el pantalón de mi traje. Me dijo entre sollozos que no quería que esa noche no se acabara nunca, porque se había dado cuenta de que había conocido el amor. Y ahí fue cuando esas dos palabras cayeron sobre mi corazón como una bomba atómica: “te quiero...” eso fue lo que me dijo. En ese momento la levanté la cabeza y le dije una cosa que la verdad, no se porque la dije pero salió de mi boca automáticamente: “veo que tu has conseguido reunir el valor de decirlo antes que yo, porque yo no encontraba la oportunidad para decirlo y si tenía la oportunidad, el miedo al rechazo me hacía un nudo en mis palabras que no me dejaba articularlas y...”, os voy a decir porque no terminé esta frase. Belén me hizo callar de la mejor forma que se puede callar a una persona que le gusta otra y es correspondida, pero que no tiene ni puta idea de que decir, besándome. Ese fue el beso más cálido que había tenido en mi vida, fue realmente maravilloso.
Pasaron los días y cada vez los dos estábamos más enamorados que el primer día, pero como decía una canción que escuché en Ibiza, todo tiene su fin, y el viaje había llegado al suyo, por lo que llegó el momento de las despedidas. Por parte de Carlos fue fácil, porque resultó ser que la morenaza, era un morenazo, vamos un transexual, y me diréis que después de una semana acostándose con él y descubrirlo Carlos saldría corriendo, pues no, se intercambiaron las direcciones de correo electrónico, y acabaron siendo muy buenos amigos, tan amigos que Carlos llegó a ser en dos ocasiones el padrino de dos de los cuatro hijos que tuvo Marisa, que así es como se llamaba la morenaza.
Entonces llegó el momento en que yo me tenía que despedir de mi amor, mi dulce niña, con la que había pasado los mejores días de mi vida en honor de mis amigos, y gracias a ese viaje conseguí conocer el amor de nuevo. “Bueno mi niña yo creo que aquí es donde decimos adiós, pero te prometo que no te olvidaré, y que te escribí......”, sí, habéis adivinado, para que me callara y no se lo hiciera más difícil, me besó, y creedme con eso me dijo todo lo que me tenía que decir, pero añadió esto “Tómate esto como un hasta luego pero nunca como un adiós...” esas fueron las últimas palabras que hoy salir de esos cálidos labios que emitían el sonido de los ángeles.
Y pensaréis, que sería de la chica con el paso del tiempo, pues bien yo os lo diré. Yo volví al año siguiente a Ibiza, y efectivamente me estaba esperando en el sitio donde nos besamos por primera vez, así un año tras otro, hasta que me decidí de venirme a vivir a vivir a Madrid con ella, me casé y tuve una hija igual de preciosa que su madre.
Pero yo sigo creyendo que todo esto que os he contado no fue cosa del destino ni por suerte, yo creo que alguien tuvo que ver, ya que antes de este viaje hicieron una promesa la cual dijeron que cumplirían y yo creo que lo han hecho aun que no estén vivos, gracias amigos, siempre os llevaré en el corazón.
Ah, es verdad, que no os he dicho cual fue esa promesa: “estemos todos o no, aunque sólo uno de nosotros lo consiga, recuperaremos la sonrisa, las ganas de vivir y el amor, cueste lo que cueste y el que lo consiga siempre estará apoyado por los demás, porque como siempre decimos, cabalgamos juntos, morimos juntos. Chicos malos para siempre”.
FIN
Re: HISTORIA DE UNA RESURRECIÓN SENTIMENTAL
Bueno...y el jurado a votado que tu relato...es de diez ^^ da gusto leer cosas asi de bonitas, donde lo sientes...donde lo vives como si tú fueras el protagonista. Sabes que me gusta todo lo que escribes, pero esto es para quitarse el sombrero. Espero deleitarme muy pronto que otro bonito relato como este
Nariko 90- shinigami sustituto
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Re: HISTORIA DE UNA RESURRECIÓN SENTIMENTAL
We ride together,we die together. Bad boys forever.
Golgatros- rey espiritu
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Re: HISTORIA DE UNA RESURRECIÓN SENTIMENTAL
ya te lo habia dicho... pero no habia comentado aquí... por alguna razón que se escapa a mis sentidos... xD
Me encanta, de verdad
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Shunsui- rey espiritu
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